La crisis de Vitrasa
Daniel Antomil - 29/03/2022
Contexto
El contrato para la nueva concesión, firmado en junio de 1995, establecía que la concesión del transporte urbano sería a riesgo y ventura, por lo que el servicio tendría que financiarse de forma autónoma, sin más aportaciones del Concello que las destinadas a compensar las rebajas del precio de los bonos.
Para ello se establecían unos 7 millones de kilómetros, y se estimaban unos 20 millones de viajeros, lo que establecería un precio del billete que pudiera equilibrar las cuentas. El sistema funcionaba, la mayoría de las veces la empresa ganaba (como mucho 3-4 millones de euros) y en algunos años malos en la anterior crisis, entraba en déficit. Pero nada que pusiera en riesgo la viabilidad de la concesión.
Pero llegó la pandemia, y con ello una nueva situación, en la que el equilibrio se rompió.
Causas de la crisis
Durante el estado de alarma, se estableció la mitad del servicio, pero con un movimiento de viajeros que no llegaba ni al 10%. Eso ocasionó problemas de liquidez, debido a que no entraba suficiente dinero en efectivo como para poder pagar los gastos de combustible y el sueldo de los trabajadores (que en el caso de los conductores, la mitad del tiempo estaban en ERTE).
Al iniciarse la desescalada, el servicio se fue restableciendo por fases, pero el número de viajeros no se recuperó al mismo ritmo. Se estima que durante esa época, se movían 2/3 de los viajeros que se movían antaño. Estas causas se deben a:
- La implantación del teletrabajo en muchos lugares, al igual que las clases a distancia y las compras por Internet, que eliminaron muchos desplazamientos.
- El cierre de distintos locales de ocio, con la consiguiente merma de viajeros.
- El miedo a encerrarse en un autobús lleno de gente, que ocasionó que muchos desplazamientos pasaran a realizarse en otros medios de transporte. Por otra parte, este miedo fue explotado por políticos sin escrúpulos para atacar al alcalde.
- El miedo al contacto social (y en ocasiones su prohibición), desaparecieron muchos desplazamientos de gente que iba a reunirse.
- El aumento del paro, que eliminó muchos desplazamientos.
- El límite de aforo de los autobuses. Lo cierto es que para paliarlo se implantaron algunos refuerzos, pero en ocasiones algún viajero se quedaba tirado.
A día de hoy, el tráfico urbano parece haberse restablecido en su mayor parte. Lo cierto es que la pandemia ya va remitiendo, pero estamos ante una crisis que tiene una pinta muy negra y con varios frentes. Para empezar, la subida de combustible ha aumentado los gastos de funcionamiento de la empresa, y la inflación y la crisis posterior amenaza con bajar de nuevo el número de desplazamientos, aunque quizás más personas se animen a usar el transporte público por lo caro que resulta usar el coche.
Medidas
Desde noviembre de 2019 se están implantando unas frecuencias dinámicas, que ya tratamos en un artículo previo y que han supuesto una reducción del servicio. Además, las líneas C2, 16 y 24 han reducido su frecuencia (y la primera ahora desapareció, directamente y ha sido sustituida por el H2). Además, el 8 ha perdido su recorrido por el centro, y las líneas 20, 32 y R27 han desaparecido, presumiblemente para no volver. Se han hecho recortes menores en el 15B, 27, 28… Y entre diciembre de 2021 y enero de 2022, el servicio se redujo notoriamente en algunas líneas. Y todo indica que vamos a seguir por ese camino.
Vitrasa tiene muchas bajas, unas 40, cuando lo normal son unas 10. La mayoría son por estrés y ansiedad, y hay conductores que están tomando ansiolíticos. Creemos que muchos de estos casos han de estar motivados por el miedo de la pandemia, que ha disparado la venta de ansiolíticos, el estrés, la ansiedad y las visitas a los psicólogos. No nos olvidemos que los conductores de Vitrasa, por su trabajo, están muy expuestos al COVID, y si bien hay gente que parece darle igual (se ven incluso a conductores con la mascarilla por debajo de la nariz), hay gente que no puede soportarlo más y no puede volver al bus. Hay gente que le ha afectado mucho y algunos no pueden ni salir de casa, porque piensan que si lo hacen corren riesgo de una muerte inminente.
Pero otros seguramente están motivados por el propio trabajo. Llevan quejándose de la falta de descansos en algunas líneas, sobre todo de un descanso largo, en el que haya tiempo para tomar un café y relajarse un poco antes de enfrentarse de nuevo al tráfico. En agosto hicieron una huelga y entre noviembre y diciembre hicieron un intento de huelga, donde parece que la empresa ha hecho lo que ha querido. Y parece que se han dado cuenta de que la empresa se ha dado cuenta de que una huelga puede ser hasta beneficiosa y el alcalde parece que le gusta que estén de huelga aunque vayan contra él, que así gasta menos.
Y ahora la empresa ha anunciado que va a descolgarse del convenio y a bajar el sueldo un 30% en 2022 y un 14% en 2023. Además de no reconocer la subida del IPC y no pagar la prima de absentismo, por lo que nos vamos a un 40% de rebaja real el primer año. Y lo más llamativo, no les van a dar uniforme de invierno (¿veremos a conductores en camisa en Navidad? Porque habrá que ver quien conserva el uniforme de este año y quien lo tiene en mal estado)
Esto último va a ser denunciado, y parece que algún día saldrá la sentencia que reconozca si el descuelgue del convenio se justifica. Lo cierto es que es obvio que la empresa está pasando por malos momentos, y no sabemos si lo peor está por llegar por el aumento del precio del combustible.
¿Cuánto cobra realmente Vitrasa?
Por Internet se están difundiendo cifras de indemnizaciones millonarias, hasta el punto que parece que la empresa es un saco sin fondo. Vamos a dar las reales.
- Por número de viajeros: 1,35€ por viajero, si paga con la PassVigo o Tarxeta Verde la diferencia se abona con cargo al Concello. En 2019 era de 13 millones de euros y en 2020 y 2021 se debió reducir en la misma proporción en la que se redujeron los viajeros, por lo que ha de estar en torno a 8 y 9 millones de euros respectivamente.
- (Por las pérdidas de la pandemia, abonado por el Gobierno Central)[https://www.lavozdegalicia.es/noticia/vigo/2021/07/02/concello-compensa-vitrasa-35-millones-pandemia/0003_202107V2C2998.htm]: 5,7 millones de euros, de las cuales 2,2 fueron adelantadas en diciembre de 2020, para abonar la paga extra de Navidad de los conductores.
Por lo tanto, el Concello no ha aportado nada que no debiera aportar. Es más, se está ahorrando varios millones de euros a costa de la reducción de viajeros. Y a día de hoy, el servicio es deficitario. La empresa exige 16 millones, pero todo indica que si los quiere cobrar, va a tener que pasar por el juzgado.
¿Soluciones?
El Concello debe implicarse en el transporte público y verlo como un servicio básico, y no como un sacacuartos que se puede utilizar como ariete si es necesario, como por la ridícula campaña para quitarle el bono-bus a los no empadronados (¿Beneficia en algo a la ciudad que los vecinos de fuera no se beneficien de la bonificación ordinaria, aparte del espectáculo de tratar a los vecinos del resto de ayuntamientos como si fueran ladrones? ¿Para que usen el coche y contribuyan a atascar el tráfico de la ciudad?) A día de hoy, la asignatura que peor lleva Abel Caballero es la del tráfico y transportes, donde ha dejado un servicio peor que nunca (y eso que durante su mandato también fue cuando estuvo mejor que nunca, entre 2011 y 2014, diría que esa fue la época en la que se prestó un mejor servicio.
A corto plazo sería necesaria una auditoría externa a Vitrasa para averiguar las dimensiones del agujero y el déficit concreto que se genera, y cubrir las pérdidas del servicio, o rescatarlo, hacer un nuevo contrato más ajustado y sacarlo a concurso.
El Concello no debió prorrogar el contrato como lo hizo, hacerlo por lo mínimo que marca la ley para redactar el nuevo pliego y la financiación del servicio debió cambiar, modificándose por un pago por kilómetros, donde la concesionaria percibirá lo mismo con independencia del número de viajeros, y tendrá una predicción de ingresos. El Concello pagará en base a unos parámetros de calidad, premiando la puntualidad y el cumplimiento del servicio. Y en ese caso se puede ampliar el servicio si es necesario, sin preocuparse demasiado de si es deficitario o no.
Y el debate público debe centrarse no en que mala es Vitrasa que le está robando a los vigueses y similares. Se podría tratar de solucionar el asunto en buscar la mejor forma de financiación del transporte público. Hay gente que debe pensar que la magia existe, que se puede mantener un servicio que genera unos 25 millones de euros de gasto ingresando 15, todo ello sin que pase absolutamente nada (¿alguien se imagina a un empresario dirigiendo una empresa así?), que no es problema suyo el quien paga las facturas, que el servicio lo debe pagar la multinacional que dirige Vitrasa (¿pensarán que los vigueses debemos ser parásitos de una empresa, por muy grande que sea? y ¿estará el grupo ADO por la labor?) Todos estos argumentos-basura son utilizados a día de hoy por los concejales y adjuntos del ayuntamiento, sus títeres y sus chuchos. Y mientras tanto, el agujero sube y sube.
El transporte público debe ser visto como una oportunidad para mejorar la vida de los ciudadanos. A día de hoy se ve como un estorbo, o como mucho como un arma política, ya sea contra la Xunta y contra el resto de alcaldes del área metropolitana, y nadie está dispuesto a invertir en él de forma adecuada. ¿Vendrán tiempos mejores? Veremos en 2025.
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