La culpa es del bus
Daniel Antomil - 04/03/2022 (actualizado 09/04/2022)
Llegué tarde porque se me retrasó el bus. ¿Quién no usó esa excusa alguna vez en su vida. Yo mismo la tengo utilizado más de una vez cuando aún era joven y quería quedarme a vitrasear hasta algo más tarde de lo que me dejaban. Sí, no para quedarme con los amigos a hacer el tonto, para ir a recorrerme la ciudad en los autobuses, que es otra forma de en el fondo, hacer lo mismo.
Todos usamos alguna vez esa excusa cuando nos retrasamos en el trabajo. Es obvio que a veces será cierto, pero cuando es recurrente, el problema es más nuestro que del bus. Es obvio que cuando recurrimos al transporte público no podemos reaccionar ante un retraso del mismo, aunque podemos planificar mejor el viaje y dejar un margen para prevenir retrasos. Entonces normalmente llegaremos puntuales al trabajo y no nos despedirán por mordisquear un poco el horario.
En un sistema de transporte público la puntualidad es básica. Pero la mayoría de las veces la misma depende del estado del tráfico, sobre el que no hay leyes matemáticas y puede cambiar de un momento a otro de forma dramática. En el caso de Vigo, los días lectivos entre las 8 y las 9 es común encontrarse una cola importante en la Avenida de Madrid en dirección salida. Esa cola desaparece cuando no hay clase en la universidad, y no siempre dura lo mismo y es igual de larga. Ya no hablemos si hay un accidente.
Hace pocos meses en Urzáiz las retenciones podían durar 15, 20 o más minutos, ahora el estado del tráfico en la Gran Vía varía. En cualquier momento puede suceder una incidencia que colapse una parte importante de la ciudad. Por lo que la culpa en este caso sería del tráfico.
Luego está la gente que no tiene bus para ir a X. No son pocos los que podrían hacer transbordo, pero no lo hacen porque lo cómodo es que el bus les lleve de A a B directamente. Y obviamente, en muchos casos no es posible ni en el mejor de los casos.
De este caso hay una variante muy significativa, y es el que no quiere tener bus. Da igual que pueda ir directamente de A a B o haciendo transbordo, la excusa será siempre la misma. Esto se hace para que alguien nos mire con cara de pena y acceda a llevarnos en su coche. O como excusa para escaquearse de una reunión con alguien indeseado, de un chollo o de lo que sea.
También se utiliza esta excusa para salir antes de clase o del chollo. En mi instituto (el IES Ricardo Mella) hay quien sale antes de las 22:10 para ir a la parada y pillar el 12B que sale a las 22:05 del Meixoeiro y que tarda unos 6 minutos en llegar allí. Si no, habría que esperar a las 22:33 para coger el 12A, y como que no hace mucha gracia. También está el que sale a las 21:50 para coger el 31 que termina en Gregorio Espino y no esperar al de las 22:15 como corresponde. El ser humano es así.
Por lo tanto, el transporte público probablemente sea el servicio peor valorado por los ciudadanos. La gente es muy exigente, siempre tiene prisa y le echa la culpa de todo lo que le sucede, sea real o inventado, y por extensión, al conductor. Y deberíamos darnos cuenta de vez en cuando de ello, y no usar el transporte público como excusa favorita para echar la culpa de nuestros pecados.
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