En recuerdo de Gonzalo Álvarez Arrojo, fundador de Vitrasa
Daniel Antomil - 01/11/2024
El pasado 17 de octubre, Gonzalo Álvarez Arrojo falleció a los 92 años. Alguno se preguntará quien este señor. Pues se trata del fundador de Vitrasa, y del grupo Avanza.
Gonzalo Álvarez Arrojo nació en Noreña (Asturias) en 1932, en una familia ligada al transporte, puesto que su padre dirigía Autos Sama, una empresa de transporte que utilizaba carros con bueyes hasta que llegó la motorización. Y Gonzalo trabajó de conductor en la empresa familiar (haciendo la ruta entre Gijón y Langreo) mientras estudiaba Derecho.
Pero al acabar los estudios, en 1959, con 27 años, comenzó su andadura empresarial. Primero con la creación de Tuninsa, la sociedad que iba a sustituir a los tranvías gijonenses, y después en Oviedo.
En aquellos años, las ciudades españolas comenzaron a sustituir los viejos tranvías por autobuses, más modernos y eficientes, y Gonzalo Álvarez Arrojo supo ver una idea de negocio. Y en 1968 se lanzó a por el transporte urbano de Vigo.
Por lo que funda Viguesa de Transportes Sociedad Anónima (VITRASA), y se presenta con dos plicas para el concurso del transporte urbano de Vigo. Y ganó.
Pero esa victoria no fue limpia, y es que para conseguirla, obsequió con regalos a los concejales de la corporación, que tras destaparse el escándalo, tuvieron que dimitir. Pero la concesión fue validada, y es que, si las normas del juego consisten en sobornar a los concejales, tiene más sentido culpar a los concejales que, obviando su deber de cumplir y hacer cumplir la ley se dedican a pedir sobornos, en lugar de culpar a los empresarios que se ven obligados a participar en estos juegos sucios para conseguir las concesiones y ejercer su actividad.
Como Gonzalo Álvarez Arrojo trabajó de conductor, era fácil para él empatizar con sus empleados, por lo que el respeto mutuo que se tenían era muy grande. De hecho, durante su dirección casi no se declararon huelgas, y las que hubo duraron un solo día.
Si bien Vitrasa era de las empresas que repartía parte de sus beneficios a sus empleados, haciéndoles partícipes del éxito del trabajo en equipo, la crisis comenzaría a aflorar. Y lo peor llegaría en 1980, con la revuelta estudiantil de los Pases Pro Bus, que fue una auténtica guerra de los estudiantes contra Vitrasa, con decenas de destrozos diarios y dejando la flota diezmada durante muchos años, lo que ocasionó unas pérdidas y una destrucción que acabaría con cualquier empresa.
Pero Vitrasa superó la crisis, sin recibir ayudas del Concello, y a pesar de las pérdidas que soportaba hasta finales de la década de 1980. En 1987, Álvarez Arrojo cedería su puesto a José Luis Carballo, el primero de una sucesión de directores que tuvo la empresa.
En 2002, tres empresas, Tuzsa, Auto Res y Vitrasa, crearon el grupo Avanza. Y en 2006, Álvarez Arrojo vendió el grupo a un fondo de inversión, quien a su vez, lo vendió a ADO, en 2014, multinacional mexicana, quien ostenta el mando del grupo a día de hoy.
Y en esas estamos, el fundador de Vitrasa murió sin que la empresa que creó ni el grupo que la controla se acuerden de él, probablemente porque las comparaciones entre el fundador y la dirección actual son sonrojantes.
Por poner un ejemplo, se comenta que tras la huelga de 2002, Álvarez Arrojo cogió al director de Vitrasa de aquella época (Luciano Martínez) por la pechera y le dijo que no volviera a tener que ir él a solucionar los problemas. En 2004, se convocó otra huelga, que duró tres días, y el director fue cesado, siendo sustituido por Juan Carlos Villarino a partir del 1 de noviembre de 2004. Si antes, por tres días de huelga caía un director, ahora, pasan meses y no pasa absolutamente nada.
Y tras la renuncia de Villarino, en septiembre de 2019, la dirección pasó a Luis González, que vino del Levante para volver a principios de 2021, y Carlos González Lozano, bajo cuyo mandato, Vitrasa se ha convertido en una versión corrupta y degenerada de la empresa que fue, donde las huelgas, que antes era algo excepcional, ahora duran meses, y se acepta como algo normal, donde los empleados son tratados como piezas de los vehículos que conducen, donde las cuentas son agujeros sin fondo a pesar de tener los viajeros normales y no se renuncia a la concesión, como hicieron con la línea de Vigo a Madrid, donde cuesta encontrar conductores cuando antes Vitrasa se permitía el lujo de poder seleccionarlos y donde la política degenerada se ha pegado a la empresa como el chapapote a las rocas durante el desastre del Prestige.
En resumen, los empresarios de verdad, que se forjaron como trabajadores y ascendiendo por su valía, han dejado paso a los que no se sacan el traje ni para dormir, que estudian carreras de administración en universidades y donde las personas se reducen a perfiles de LinkedIn, lugar donde se comparten artículos con fotos de gente sonriendo en una oficina, hablando de las sinergias, del trabajo en equipo, y con muchos términos en pichinglis, en unos términos más propios de una charlatanería barata que de otra cosa. Lo típico de los empresarios sin empresa real.
Por eso Vitrasa no recuerda a Gonzalo Álvarez Arrojo, y casi mejor, porque la Vitrasa actual no es la empresa que él fundó. Pero en esta página será siempre recordado, porque muchos pensamos que con Álvarez Arrojo al frente, la vergüenza que tuvimos que padecer durante estos años ni se habría planteado como hipótesis, porque la empresa era de alguien que no estaba dispuesto a hundirla de forma estrepitosa. Y es justo rendir honores al hombre que, con sus aciertos y sus errores, ha sacado adelante la empresa que ha llevado a los vigueses por la ciudad en sus desplazamientos, y cuyos empleados más veteranos echan de menos, y más comparándolo con la dirección actual. Descanse en paz, don Gonzalo.
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