Carta abierta a Carlos González Lozano
Daniel Antomil - 06/01/2024
Estimado Carlos.
He tenido noticias de que le han llegado mis últimos artículos publicados en Vigo360, y parece ser que le han generado malestar. No es una sorpresa para mí, pero mi intención no es amargarle la vida ni hundir su reputación, es para que usted reflexione sobre lo que está sucediendo en la empresa, y, como máxima autoridad dentro de la misma, es usted responsable de lo que suceda en ella. De hecho, no tengo nada personal contra usted, porque ni siquiera le conozco, por lo que no puedo juzgarle por como es fuera de la empresa.
Usted se preguntará que quien este que se atreve a criticarle con tanto desparpajo. Puede que buscara en la lista de empleados de Vitrasa para ver si figuraba mi nombre y abrirme un expediente, que parece ser que últimamente es la forma más habitual de comunicación entre la dirección de Vitrasa y sus empleados. Pero no, soy un aficionado al mundo del autobús que comencé a circular por este largo camino desde el año 2008. Más de 15 años donde he visto pasar de todo, incluso algunas situaciones desagradables, incomprensión por parte de algunas personas y muchos momentos inolvidables, que hacen que a pesar de todo, mi pasión siga intacta desde el primer día.
Y sí, he vivido intensamente la evolución de Vitrasa en estos últimos años. Siempre tuvo cosas que mejorar, pero el funcionamiento de la empresa, como un reloj donde los mecanismos funcionan lo mejor que pueden, es lo que me enamoró, y lo que hizo que durante años soñara con ser parte de la empresa. Es cierto que fue en mis años de adolescente, donde los impulsos calan más hondo, y el dar una vuelta en un autobús por primera vez te daba un hormigueo en el estómago que ahora necesito buscarlo en las líneas de interurbanos para encontrarlo.
En aquellos años, existían cosas que mejorar, pero yo siempre pensé que Vitrasa era una empresa con interés en superar las dificultades y mejorar el servicio. De hecho, incluso en los peores años de la crisis de 2008, las noticias que se veían eran, nuevos autobuses que salen en circulación, ampliaciones de líneas, nuevos servicios (el C22 y el 23), nacidos en 2011, un año económicamente malo, pero donde Vitrasa fue mejor que nunca. De hecho, el poder pasar de 116 autobuses a 121 fue un signo del progreso que yo pensé que iba a ser eterno. Llegó la reforma de 2014, y comencé a ver que Vitrasa era mortal, y entre 2015, con la apertura del Hospital Álvaro Cunqueiro, hasta 2019, poco cambio hubo, más allá de la nueva estética de los autobuses.
Pero veo la Vitrasa de aquellos años y veo la Vitrasa actual y no queda ni rastro de aquella empresa de la que me enamoré y de la que soñaba con pertenecer. Las noticias sobre nuevos vehículos y nuevos servicios se han sustituido por escándalos, sanciones, huelgas, declaraciones incendiarias y autobuses apedreados y hasta ardiendo. Y personalmente, no siento más que tristeza que una empresa de la que llegué a escribir su historia sin pretensiones de ningún tipo, se haya convertido en lo más parecido a una empresa tóxica, donde trabajar es una tortura, incluso para la gente que le encanta el trabajo.
De hecho, cuando uno ve una noticia sobre un cambio de horarios de una línea, solo se pregunta como la van a recortar, no como van a mejorar su horario. Y no, las frecuencias dinámicas de 2019 no han mejorado el servicio, no porque la idea fuera mala (que puede ser muy buena si se usa para mejorar la puntualidad sin recortar ni un solo viaje, no se puede pretender que una línea tarde lo mismo a primera hora de la mañana que a media tarde), es porque se han utilizado para recortar el servicio. Y como la que para mi fue una de las mejores ideas, que es la fusión de las líneas 8 y 9A (la actual línea A), se ha malogrado por el interés en recortar el servicio y dejar una línea con 4 autobuses en lugar de los 5 que tenían ambas líneas.
Y el responsable de la degradación de lo que fue aquella empresa es usted. Y solo usted puede remediarlo, ya sea cesando a quien haya que cesar, contratando a quien haya que contratar, y poniendo los recursos de la empresa a prestar un mejor servicio a la ciudadanía que paga el billete cuando se sube al autobús, y sobre todo, deje de usar estos mismos recursos en una guerra con sus empleados que solo lleva a la destrucción y al desastre.
Y ninguno de estos artículos los escribí con gusto, al contrario, cada vez que tengo que criticar a la empresa a la que un día quise pertenecer siento pena, pero siento que en el fondo, la empresa necesita que escriba estos artículos, y cada vez que pongo mis dedos sobre el teclado, siento que la verdadera Vitrasa está dictándome en mi cabeza todo lo que debo decir. Una empresa a la cual no pertenece la dirección actual pero de la que todos los que se encuentran por debajo forman parte, como un todo, que hacía que vestir el uniforme fuera un orgullo. Y esa Vitrasa es la que defiendo, y es la que en conciencia me está llamando, porque me necesita. Necesita a alguien que explique el porqué de esta situación, y que pueda contar la verdad, sin sentirse atado por nada ni por nadie. Y siempre me tendrá a su disposición.
Y sí, tengo que agradecerle una cosa. Hubo un sector del personal de conducción que pensaba que era un chivato o una cosa peor. Nada de eso era cierto, pero mi carácter (silencioso y vigilante cuando me subo al bus, el hecho de que le hiciera fotos a los autobuses y que fuera crítico con algunas actuaciones) me hizo ganarme la antipatía de alguna gente, unido a algún tarado con algún tipo de trastorno persecutorio hacia mi. De hecho, yo no iba a las primeras manifestaciones por este tipo de actitudes, sobre todo porque cuando se juntan varios y se siente la protección del grupo, cualquier cosa mala puede suceder. Pero el peor fue despedido por usted (y le felicito por ello, aunque su despido no tiene nada que ver conmigo, tiene que ver con esa cosa indescriptible que tiene este señor en la cabeza) y los conductores leen lo que escribo, y sienten un apoyo que no sienten en casi ningún sitio, más allá de la Federación de Vecinos y algún medio de comunicación crítico con el alcalde. Y se nota. En las manifestaciones recibo felicitaciones y recibo felicitaciones cuando subo a muchos autobuses. Así que personalmente hasta tengo que darle las gracias, por ayudarme a desprenderme de una etiqueta que me estigmatizaba, aunque es una pena que tenga que suceder por una situación como esta, donde la verdadera personalidad de cada uno aflora, y se quitan las caretas.
Pero un día todo esto acabará, y para mí, habrá supuesto la ruptura del muro que me separaba de buena parte del personal de conducción, sobre todo por la timidez que me caracterizó y que ocasionó que nunca prestara atención a las relaciones personales, y que nunca me importara demasiado lo que hablaran de mí, porque si me hubiese importado no me dedicaría a esta afición, me dedicaría a irme de botellón y perder mi vida en aficiones vacías de contenido. Y el día de mañana, esto será lo que importe. Yo siempre he ido con mi conciencia, y estoy tranquilo, porque considero que he hecho lo correcto (o lo que pensaba que era lo correcto), quizás en algunas ocasiones me equivoqué, como todo el mundo, pero las personas somos así, y no podemos volver atrás para arreglar nuestros fallos. Así que aplíquese el cuento, aún está a tiempo de arreglar el estropicio y convertirse en la persona respetada que un día fue.
Si le tengo que pedir algo, es que acabe con esta huelga de una maldita vez. Pero que termine de verdad, es decir, que el nuevo convenio sea verdaderamente aceptado por los empleados, que son el principal activo de la empresa y los que hacen que todo funcione (algo que seguro que se lo explicaron en la Universidad de Oviedo). En 2023 pasamos 112 días de paros parciales y 65 de huelga (sumados hacen 177 días, es decir, cerca de la mitad de los días padecimos estas alteraciones, que a nadie le gustan). Y ha conseguido que personas del comité, como Imanol Arnoso o Rosa Martínez Pampillón, que no eran conocidas fuera de la empresa, se hayan convertido en personas públicas, por luchar por los derechos de sus compañeros, y se hayan ganado el respeto y la admiración personal de muchos, entre ellos el que escribe estas líneas (aunque profesionalmente siempre tuve mucho respeto por ellos, y lo saben). Quizás podamos sacar algo bueno de la huelga, como el tener que compartir bando en una guerra, pero es muy triste que tenga que suceder por esto, así que, haga el favor de negociar en serio, haga una propuesta que sea aceptable por ambas partes y acabe con esta broma pesada de una maldita vez. Porque está haciendo sufrir a cientos de familias que dependen del sustento de la empresa a la que está haciendo daño, está dañando a miles de personas que dependen del autobús para hacer su vida, y sobre todo, se está haciendo daño a usted mismo, porque fuera del mundillo empresarial (donde el respeto se mide por el número de euros que la empresa tiene de capital y el resultado del último ejercicio contable), la empresa que dirige, y usted por extensión, tienen una reputación pésima, y no solo por lo que diga el comité en sus declaraciones públicas o por lo que escriba aquí. Y lo peor de todo, la reputación que construyó en el CTA de Asturias se ha ido por el sumidero. Quizás la mejor decisión sea volver allí, y dejar el mando de la empresa a otro que pueda poner un mejor rumbo.
Es más, quiero que sepa que las entradas en las que critico a la empresa tienen de media, 10 veces más lectores que las entradas en las que hablo de otras empresas o escribo cosas sobre Vigo. Quizás esto es algo que debería invitarle a la reflexión, dado que hay una demanda enorme de la gente de conocer la verdad sobre este conflicto. Y la gente tiene derecho a saber por qué lleva varios meses sin tener autobús para trasladarse por la ciudad. Y yo se lo estoy contando.
Para terminar, quiero que sepa que si usted hace algo bien por Vitrasa, seré el primero que le aplauda, porque no pertenezco a ningún bando ni tengo inquina personal contra usted, el fin de esta página es perseguir un mejor funcionamiento del transporte público, y cualquier actuación que a mi juicio suponga una mejora, será aplaudida, y cualquier actuación que suponga una degradación del mismo, será criticada por mi parte. Así que conmigo, no valen las excusas de los intereses personales que no tengo, ni de los políticos, que tengo aún menos. Conmigo, solo valen los hechos. Y los hechos que usted presenta han conseguido que el transporte público en Vigo se convierta en el principal problema de la ciudad. De usted depende que hable bien o mal de la empresa, de nadie más.
Sin más, reciba un cordial saludo, y le deseo lo mejor, tanto en lo profesional como en lo personal.
Daniel Antomil Pérez.
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