Crónica del último viaje del 8
Daniel Antomil - 17/04/2022
Lunes 11 de abril de 2022, 21:35 de la noche. Nadie en la Universidad de Vigo, salvo algún vigilante de Prosegur, para dar seguridad al recinto. Y dos jóvenes, que bien pueden pasar por estudiantes, esperan al bus en el CITEX. Allí, a las 21:35, tiene que llegar el 8 para bajar a la ciudad. Y puntualmente, el bus 6204 aparece para prestar el último servicio.
Se suben, son los únicos viajeros, y el bus hace el recorrido por las distintas facultades. No hay nadie, lo cual no es de extrañar, porque los estudiantes y los profesores se han ido de vacaciones, y poco hay que hacer en la universidad, y más a esas horas y con Prosegur vigilando.
Dejamos la universidad, y bajamos por Falcoido, donde no hay ni luz, solo una carretera oscura y rodeada de árboles, donde alguna vez se cruzaron jabalís y un bus de la línea se llevó a uno por delante. La luz y las curvas nos anuncian que llegan las casas.
Seguimos por la Estrada da Venda, bordeando el Parque Tecnológico, donde antaño habían casas y campos, y hoy industrias del sector del transporte. Más adelante pasamos otra zona donde antaño existían casas y la tienda de ultramarinos de Nieves y el restaurante O’Pinal, y hoy solo hay restos de casas, derribadas para ampliar (algún día) el Parque Tecnológico. Más adelante, pasamos el viaducto de la VG-20 y la entrada al Hospital Álvaro Cunqueiro. Y seguimos por la zona de A Venda que sigue más o menos intacta, hasta el cruce de Babio, donde el semáforo del cruce con Ramiro Pascual está en rojo.
Cuando se pone en verde seguimos por Seixo, atravesando una zona llena de casas y por donde se supone que cerca del límite de Castrelos pasará una carretera. Varias pancartas de vecinos opositores nos recuerdan el proyecto, que por (relativa) suerte para ellos, por esta zona pasará por debajo.
Seguimos por Portoloureiro, dejando Beade para adentrarnos en Castrelos, nadie se sube al bus hasta el colegio Mestres Goldar, donde aparece un viajero. Bordeamos O Piricoto, donde se encuentra el edificio (ilegal) conocido como La Colina de Castrelos, bordeamos el parque de Castrelos y llegamos a la ciudad. Entramos por Arquitecto Palacios y la Avenida de Castrelos. Y nadie se sube al 8 hasta llegar al Santa Irene, donde se sube otro viajero.
Enfilamos la Gran Vía y los dos viajeros se bajan en la Plaza de España, por lo que a partir de ese punto, se vuelven a quedar solos los dos viajeros que se subieron en la universidad.
Bajamos de nuevo por la Gran Vía en obras, con la desaparición del bulevar central para ser convertido en unas escaleras mecánicas. De Gran Vía pasamos a Urzáiz, y la poca gente que hay en las paradas no quiere subirse al 8.
Bajamos República Argentina, y de ahí torcemos a la derecha hacia García Barbón. Nadie se va a subir en un bus que va a acabar un poco más adelante. Y de ahí torcemos a Miragaia, un antiguo callejón convertido en calle de dos carriles y por donde pasan los autobuses.
Y finalmente llegamos a la estación de tren. Nos bajamos, y sobre las 22:15 los dos viajeros se bajan en la última parada, convertidos a partir de ese momento en los últimos viajeros del 8, una línea que comenzó su andadura como tal el 22 de marzo de 1986, siendo antaño un servicio especial entre Areal y Porto, y cuyo billete costaba dos pesetas más.
Y los últimos viajeros son los autores de Vigo360, que se desplazaron allí para la ocasión. Al día siguiente, el 8 y el 9A se convierten en la línea A, rememorando el antiguo servicio que entre marzo y septiembre de 2002 conectaba Casás con la Plaza de América, como un apaño provisional. Hoy se va a quedar como definitivo, pero una de las líneas emblemáticas de Vitrasa, usada por los universitarios y conocida por su alta velocidad siempre quedará en la memoria de sus usuarios.
Comentarios
Sergio -25/08/2023 15:49
Qué recuerdos la línea 8, me transportó a la universidad y al Cunqueiro (poca gente sabía que pasaba muy cerca) durante años.
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