Las nuevas placas de las calles de Vigo
Daniel Antomil - 18/12/2025
Desde hace más de diez años, realizo un seguimiento de las placas de las calles, cuyo resultado se puede leer aquí. Y desde la última colocación de placas nuevas, en 2021, no se han añadido más. Pero ahora, en 2026, esto va a cambiar.
El Concello de Vigo quiere uniformizar los modelos de placas y anuncia que en 2026 va a comenzar a sustituir las placas de todas y cada una de las calles de la ciudad, y comenzará por unas 2.300, en el casco urbano. Las nuevas placas serán similares a las anteriores, pero con una tipografía estándar (Arial), en mayúscula, con una banda roja y más alargadas. Además de ser reflectantes y colocarse a 2,5 metros, para evitar que sean víctimas de robos o vandalismo (ahora que a alguien se le ha ocurrido que eso de rúa es intolerable y lo sustituye por calle mediante spray, con decenas de rótulos vandalizados).
Es evidente que va a hacer falta una segunda tanda, y probablemente una tercera, si el Concello hace las cosas como debería, que es colocando y reponiendo las placas faltantes en los lugares que lo requieran, de hecho hay calles (Camiño da Pitasia, el Parque de Roberto Blanco Torres, la Baixada de Don Martín…) que carecen de placas, sin que a nadie parezca importarle. Si se limitan a sustituir los rótulos por los nuevos, no se solucionarían estos problemas, pero si se hace un estudio pormenorizado calle por calle, colocando placas en todos los cruces, exista o no placa en la actualidad, se ganaría mucho.
Pero no todas las placas van a ser sustituidas, aquellas que sean dignas de ser conservadas no correrán peligro. Ignoro si los rótulos de piedra colocados entre las décadas de 1940 y 1960, y los posteriores, serán sustituidos. Algunos están en muy mal estado, pero otros sí merecería la pena conservarlos, como parte de nuestro pasado.
La historia de las placas anteriores
Hasta 1984, en las calles de Vigo apenas habían rótulos. Cada calle tenía un rótulo al inicio y otro al final, de mármol, y desde 1972, de granito con letras metálicas pegadas. Sin importar la longitud de la calle, como mucho, Urzáiz o Gran Vía contaban con cuatro rótulos.
Todo cambió en ese año, ante ese problema, agravado por el hecho de que se estaban bautizando las calles del rural, el Concello decidió hacer una adquisición de placas de latón, alargadas y de color rojo, inspiradas en las que se habían colocado en Londres. Y se colocaron miles de placas que no dieron el resultado deseado, eran vistas como feas, y no eran de buena calidad, perdiendo el rojo con el paso del tiempo. Algunas sobreviven a día de hoy, sobre todo en Teis y en el Calvario.
Solo duraron 6 años, en 1990, se encargaron 4.000 placas para sustituirlas, iban a ser de color crema, pero se quedaron en el blanco actual. Y sobre esta base se adquirieron las siguientes. Muchas de las primeras eran cuadradas y más voluminosas, en 2001 se hicieron más gordas, en 2003 pasaron a ser de un color amarillo sarro, y en 2010 volvieron al blanco, pero con otro tipo de letra.
¿Se aprovechará para corregir errores?
En el callejero actual, hay un puñado de calles cuyo nombre es erróneo, ya sea por malas interpretaciones o errores tipográficos. A modo de ejemplo:
- Anguía por Enguía
- Balde por Abalde
- Barciela por Barxiela
- Brea Muiñeira por Molinera
- Cachote por Rachote
- Cerdeira por Cerqueira
- Cemieiras por Amieiras
- Chouzo y Chouzos por Chouso y Chousos
- Couto por Coto
- Esteriz por Desteriz
- Ferradura por Ferradoura
- Hermide por Erminde
- Hortelana por Artelana
- Luqueiro por Aloqueiro
- Moiania por Moganga
- Monte Castelo por Monte do Castelo
- Nancales por Mangales
- Camiño da Pedra por Camiño das Pedras
- Rocío por Resío
- Camiño da Rosa por Camiño da Roza
- Sixtos por Sistro
- Treístas por Freixas
Además de topónimos incorrectamente situados (Porbelo, en Lavadores, cuyo topónimo se encuentra al comienzo de Severino Cobas y no donde está actualmente, Cerdeiras, en Sárdoma, en un camino ubicado en As Figueiras)… o nombres de procedencia extraña y sin base histórica ni toponímica (San Francisco o San Antonio en Candeán, Corta, Codo, Calexón o Escalinata en Lavadores…).
Por todo ello convendría rectificar los errores del pasado y reponer los topónimos originales para evitar que los nombres errados se antepongan a los topónimos originales.
Por otra parte, se podría valorar el utilizar la nomenclatura bilingüe para la categoría viaria, como tiene A Coruña y otras ciudades, aunque en las villas marineras de la ría de Vigo (Vigo, Bouzas, Baiona, Cangas…), el término rúa se utiliza igual entre gente de habla española o gallega, por lo que en el fondo esa nomenclatura vale para ambos idiomas. Obviamente, el nombre oficial de la calle sería siempre en gallego, no solo por ley, también por respeto a la microtoponimia. Si bien en topónimos mayores hay adaptaciones al español bastante extendidas y aceptadas, en el caso de la microtoponimia, es bastante inviable, porque además, en muchos casos serían inventos de nuevo cuño.
Por otra parte, muchos municipios (Cangas, Ribadumia, Pazos de Borbén…) están dando plaquitas a cada casa con el número de la vivienda y la calle. Sería bueno hacerlo en Vigo, sobre todo para direcciones dudosas, como sucede en el Camiño de Medeiros, y similares. Y así tampoco es necesario colocar tantas placas de calles.
Por lo tanto, sería una pena que el Concello no aprovechara el cambio de estética de las placas para acometer una obra más profunda en el callejero y solucionar los fallos que tiene.
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