Vigo360

Desde el 25 de noviembre de 2023, Vitrasa está en una huelga indefinida, por lo que se cumplen 60 días desde su convocatoria. Desde los primeros momentos, la situación parece una serie por capítulos donde cada episodio añade capítulos cada vez más ridículos y grotescos.

La empresa convocó reuniones cada semana más o menos, básicamente para exigir que paren la huelga, porque ché, no hay plata. Obviamente, los trabajadores no se lo creen, básicamente porque no se saben las pérdidas reales¹, solo se conocen las de la nueva Vitrasa, esa empresa que tomó una concesión en el Baix Llobregat en una especie de autoUTE que se podría calificar de extraña, más o menos como las que hace Monbus para saltarse el límite de concesiones que un mismo concursante puede obtener.

Hace una semana parecía que la huelga podría acabar, porque la empresa presentó una oferta que se podría calificar de mínimamente seria. El comité decidió someterla a votación de la plantilla, para que la decisión que se tomara estuviera respaldada. Y la mayor parte de la plantilla hizo lo esperable, esa oferta no es aceptable. Y por supuesto, la huelga sigue.

La empresa reaccionó como un niñato al que sus padres le dicen que no, y convocó una reunión básicamente para insultar y descalificar al comité de empresa. Y es curioso que en vez de tomar nota y mejorar la oferta, su única reacción sea la pataleta, y decir que los trabajadores que quieren la huelga en realidad están coaccionados por el comité de empresa, porque todo el mundo sabe que nadie quiere hacer huelga en una empresa donde los que tienen contratos temporales se sienten amenazados con la no renovación de los contratos si aparecen en las manifestaciones y/o hacen huelga, degrada a los cargos intermedios si apoyan la huelga, amenaza con bajadas de sueldo, desprecia a sus empleados y convierte el ambiente laboral en un campo de concentración, que resulta hasta peligroso para la salud y donde varios conductores se han suicidado o lo han intentado.

De hecho, se comenta que buena parte de los 33 votos que aceptaron la propuesta de la empresa provienen de cargos intermedios (inspectores, controladores y jefes de departamento) que saben que si apoyan la huelga probablemente pierdan el cargo, y personal de oficinas, que tienen que trabajar todos los días con la dirección, con lo que eso supone (tener contacto directo con tu jefe durante toda tu jornada laboral impone mucho). Y esto supone la imagen viva de la empresa actual, una empresa donde la obediencia al jefe está por encima de la valía profesional, y donde hay miedo a decir las cosas como son. En cualquier empresa esto supone la ruina tarde o temprano, pero en una concesionaria que opera en régimen de monopolio, pues como que da igual.

La empresa simplemente está obteniendo el fruto del árbol que ha cosechado, ha plantado las semillas de la prepotencia, del expediente a la mínima, de las amenazas con bajar el sueldo, de las mentiras, de las infracciones a la legislación laboral que multa inspección y que la empresa paga, sin solucionar, porque le compensa, y en resumen, de crear una dinámica donde el empleado es visto con desprecio, y donde es degradante trabajar, y hasta peligroso. Y obviamente, los trabajadores no se creen nada y consideran que a esta gente, ni agua. Y bien que hacen.

Pero lo más impactante es ver que el alcalde dice exactamente lo mismo que la empresa, aunque sea demostradamente falso y que solo se creen sus fans más acérrimos. Pero en una ocasión confesó la causa real, y es que no quiere que le suban el sueldo a los empleados porque eso va a suponer una subida del billete, y tiene miedo a las consecuencias electorales de dicha subida. De hecho, últimamente, el alcalde cara al público, está comportándose como Vladimir Putin:

• Se acabaron las ruedas de prensa, por si acaso algún periodista pregunta cosas antiviguesas.
• La comunicación con los medios es a través de audios. Como Rajoy cuando hablaba a través de una televisión de plasma.
• Ya no asiste a actos públicos, y los pocos que realiza están rodeados de decenas de policías o entra y sale por la puerta de atrás.
• Decenas de personas están vetadas por orden del alcalde de los plenos, ya sean empleados de Vitrasa, como la delegada de UGT, o personas de colectivos molestos, incluso aunque no hayan perturbado los plenos anteriores.

Y no deja de ser ridículo que un alcalde que presume de ser tan cercano y simpático se haya encerrado en una especie de búnker, y solamente habla en su programa de televisión, donde además, ahora los espectadores no pueden hablar con el alcalde, solo responde preguntas del contestador automático o correos electrónicos, además de hablar de los temas que le interesan al alcalde. Y es que, como sabe que todo lo que dice sobre la huelga de Vitrasa es mentira, para que alguien le crea, no puede haber nadie que le responda, porque si no, se cae todo como un castillo de naipes.

La razón es evidente, el alcalde está pillado y cualquier exposición pública le puede hacer daño. Y más ahora, cuando los jueces antivigueses están comenzando a actuar, con varios casos, cada uno más escandaloso que el otro, y que hacen que al alcalde se le esté poniendo cara de Felipe González en su última legislatura.

Y uno de esos casos es la negativa del alcalde a facilitar la información sobre el reequilibrio económico de Vitrasa, es decir, cuantos milloncejos se va a llevar la empresa de los vigueses. Y la Valedora do Pobo le ha dicho al alcalde que si somen los papeles. Y parece que no los quiere enseñar, como si el alcalde más transparente del mundo (o eso dice él) tuviera algo que esconder.

Y mientras tanto, su portavoz, dice que rodeando a los medios del comité hay gente muy violenta. Y por ello, envió media docena de furgones policiales a vigilar a las 20 o 30 personas (según él) que van a las manifestaciones. Ni en las manifestaciones convocadas con el único objetivo de pegarse con la policía van tantos antidisturbios por manifestante. Obviamente, los agentes se limitaron a pasearse con los manifestantes, porque en estas manifestaciones no hay ni un solo incidente, solo hay gente haciendo ruido y tirando petardos, lo normal en cualquier manifestación.