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Autobús de Vitrasa en Zamáns
Autobús de Vitrasa en Zamáns

Cien días de huelga, incontables días de infamia

Daniel Antomil - 03/03/2024

Los peores vaticinios se han cumplido, llevamos 100 días de huelga indefinida, más incontables días de paros parciales, por lo que llevamos más de cinco meses seguidos sin servicio normal. Si en 2012 nos pareció que la huelga se hacía eterna con 10 días seguidos, esto supera cualquier expectativa.

Bien es cierto que son épocas distintas, con Juan Carlos Villarino la negociación era continua, y duraba horas hasta que en algún momento se alcanzaba un acuerdo, porque aquel director tenía un don de gentes y una presencia pública del que carece el actual, que solo sale de vez en cuando a echar la culpa de todos los problemas de la empresa a los demás, principalmente a los trabajadores.

Ya no hablamos de la época en la que la empresa era de Gonzalo Álvarez Arrojo, que si había amenaza de huelga enseguida intentaba solucionar las cosas, porque a diferencia de los actuales directores, el señor Arrojo era un empresario de verdad, no un grupo multinacional donde las personas se reducen a perfiles de LinkedIn donde se habla con términos en pichinglis, lenguaje bucólico lleno de sinergias molonas y gestión de talento (en unos términos propios de una superchería propia de un libro de autoayuda que no se cree ni quien lo escribió), ni un político al que la empresa le importa un pito y lo único que hace es cobrar.

Y esta huelga es un ejemplo de ello. Desde hace tiempo, la forma de comunicación habitual de la dirección con sus empleados son el expediente y las amenazas. De hecho, la huelga de diciembre de 2021 se desconvocó para solicitar una mediación con la empresa. La respuesta a este intento de salir del conflicto fue un intento de descuelgue del convenio para bajar un 30% del sueldo (rebajado a un 25% después), seguido de una actitud amenazante cuando el árbitro lo mandó a freir espárragos, con recursos y amenazas que no fueron a ninguna parte.

Por lo que tras años de mentiras, amenazas y soberbia, los empleados han decidido que la dirección actual no merece ningún tipo de consideración, es increíble el odio generalizado que existe en Vitrasa hacia la dirección, y es el fruto de todo el desprecio que la dirección de la empresa tiene con sus empleados ¿Y se pensaban que eso no iba a tener consecuencias? Pues las tiene, y lo triste es que quienes las sufren son los trabajadores y usuarios, no quienes debían sufrirlas.

En el último intento de negociación (donde el comité cedió un poco, al pedir una subida del 2,5% en 2021 y 2022, en lugar del 3% de la anterior reunión), la empresa dijo que rompía las negociaciones, supuestamente hasta que acabe la huelga y las coacciones a quienes no las secundan. Lo curioso es que la empresa tiene una solución muy sencilla para acabar con este conflicto de una vez por todas, y es someterse a arbitraje, que es lo que está pidiendo el comité de empresa. Este procedimiento consiste en una reunión entre el comité de empresa y la dirección, con un árbitro que la modera, y éste dictará una resolución vinculante del conflicto, y claro, igual el árbitro no se cree toda esa verborrea lacrimógena de las pérdidas con la que nos atormenta la dirección, mientras con la otra mano le exige compensación al Concello por las mismas, y prefiere tener la empresa en huelga antes que ceder ante sus trabajadores.

En la otra parte del conflicto tenemos al alcalde, único responsable del deterioro del servicio al ser el Concello quien establece las líneas, horarios y paradas. Además, estamos ante un continuo incumplimiento del pliego de condiciones por parte de la empresa que el Concello tolera, seguramente por razones inconfesables. ¿Acaso se iba a tolerar una huelga de 100 días en el servicio de limpieza? ¿Se iba a permitir que la ciudad se llenara de basura, malos olores y ratas, sobre todo en Navidad? El Concello tiene una herramienta muy potente, y es el secuestro y el rescate de la concesión, comenzando con el apercibimiento de los mismos. En este caso se vería como se terminaba el conflicto. Pero no, el alcalde se dedicó a descalificar a los trabajadores, a acusarles de estar mandados por el BNG para atacar a Vigo y de abusar de su derecho a la huelga, y de querer una subida del 40%, que no ha pedido absolutamente nadie, además de decir lo mismo que el director de la empresa.

En su último programa, por primera vez en directo desde hace meses, un conductor de Vitrasa llamado Roberto, le volvió a insistir sobre la huelga, y el alcalde soltó una serie de mentiras (rebajadas, porque es tan cobarde que no se atreve a decir según que cosas si no conviene), insistiendo que fue él quien paró el intento de bajada de sueldo, es decir, que él es capaz de mangonear en los jueces para que dicten sentencias a su gusto. Pues viendo los casos de corrupción que jueces antivigueses imputan al Concello, podría aprovecharlos, igual entonces el funcionario que convirtió a la cuñada de Carmela Silva en trabajadora fantasma del Concello no acababa en la cárcel.

Ahora ya no van 30 personas a las manifestaciones, la cifra sube a 50, y ya no se pide un aumento del 40%, se pide del 20%. Y ya no se atreve a decir que los trabajadores de Vitrasa no quieren la huelga, ni que es un montaje del BNG para dañar a Vigo tomando como rehenes a los ciudadanos. Es decir, parece que el alcalde ha pasado por un proceso de negociación de sus propias mentiras.

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