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Autobús urbano de Sanxenxo, en la estación
Autobús urbano de Sanxenxo, en la estación

Transporte público ¿Por qué?

Espiral Áurea - 22/07/2025

Disclaimer: este es un espacio LIBRE, y como tal, también INDEPENDIENTE. Nadie paga para lavar su imagen aquí (a diferencia de lo que algunos puedan pensar e incluso llegar a proclamar por ahí, incluyéndome a mí mismo en una ocasión muy concreta). De hecho, y con más razón, este blog fue calificado en varias ocasiones de “antivigués”. Por lo tanto el contenido vertido en esta entrada es únicamente la opinión (y por lo tanto, la responsabilidad) del escribiente.

Autobuses, trenes, barcos, aviones, metros, tranvías… El transporte público nos rodea, y por grande o pequeño que sea el municipio en el que uno vive, siempre encontrará, al menos y como mínima manifestación de su existencia, autobuses interurbanos. La humanidad cambia, sus necesidades también. La movilidad evoluciona, desde el descubrimiento de la rueda hasta el último tren de levitación magnética estrenado en China, y con ella, los partidarios y los detractores del transporte público (se entiende que frente al vehículo privado, nacido, por su parte, hace algo más de 150 años de la mano de Karl Benz). Y hoy aquí no buscamos esbozar una crítica, como en otras ocasiones , o hablar sobre una empresa, o sobre recortes, huelgas o cualquier otra cuita.

Hoy vengo a defender el transporte público en tres vertientes: su existencia, su propósito y su uso. Nada que ver con lo que dicen algunos “ecologetas” y, desde luego, nada que ver con las murgas emitidas por los partidos políticos. Soy yo, Nicolás, Espirla Áurea, a título personal, quien promulga una defensa cerrada de la movilidad sostenible, pese a todo. ¿Qué es esto, sino la opinión de un friki?

1. Existencia

Una vez encontré una imagen en Instagram en la que se decía: “Un país rico no es aquel en el que hasta sus ciudadanos más pobres tienen coche; sino aquel en el que hasta los ciudadanos más ricos del país usan el transporte público”. Esta frase, por sí sola, ya sería suficiente. Pongo como ejemplos de esto países como Luxemburgo, Países Bajos o Dinamarca. En cualquier caso, analicemos muy brevemente: si normalmente uno va a su trabajo en su coche y por lo que sea, llega un día en que no puede hacer uso del mismo, ¿qué? Otro caso: uno tiene que ir al hospital, y concurre un motivo, una causa de fuerza mayor, incompatible con la conducción. ¿Qué haces?

Queda claro. En un país moderno, en el siglo XXI, en tiempos de agenda 2030, de movilidad sostenible, de alta tecnología, de desarrollo avanzado…, y blablablá, debe existir un transporte público acorde.

2. Propósito

En la línea del punto anterior, ¿Cuál es la finalidad de una red de transporte público? Está claro que: “permitir, y ofrecer la posibilidad, de realizar un desplazamiento de un punto A a otro punto B”. Alguna vez, antes de entrar en política, y desde luego, muchos años antes de escribir aquí, cuando solo era lector (del anterior blog, imagínense), dije y proclamé a los cuatro vientos que “la red de transporte público ideal es aquella en la que, para todo par de puntos A y B pertenecientes a tal red, existe más de una opción de desplazamiento”. Es una definición muy idealista, pero se ve por dónde van los tiros.

Más allá de retirar coches de la carretera (en el supuesto más favorable, un autobús estándar retira 55 turismos de la calzada, y en el más desfavorable, 11) y más allá de que, por consiguiente, el resultado de repercutir las emisiones del autobús entre sus 55 ocupantes arroja un guarismo menor que las emisiones de cada uno de los 55 turismos individuales; más allá de todo esto, la función del TP es «permitir moverse». Yendo un paso más allá, una buena red debe ofrecer no tanto “posibilidades” de movimiento,, sino “libertad” de movimiento (sobre todo, para el que no la tiene). Una red de transporte público no obliga a nadie a usarlo; la eliminación de la misma, sí obliga a la gente a recurrir al coche particular. O lo que es lo mismo: el derecho a la movilidad no obliga; su falta, si.

Finalmente, se podría resumir este punto a «pagamos impuestos, queremos servicios acordes».

3. Uso

Este punto es el más extenso, el más profundo, y el que más da para pensar, reflexionar, debatir y un largo etcétera. Para lo último disponemos de una sección de comentarios que, a la vista de los últimos artículos, está como los autobuses que van a Tomiño: la usa entre alguien y nadie. Y justo en este artículo queremos generar debate. Al menos, el depositario de la pluma es lo que pretende.

Sobre el uso del transporte público se podrían escribir tratados universitarios, manuales de más de mil páginas (como el Manual de Automóviles de Arias-Paz), ríos de tinta, programas de televisión, películas… Pero el alcance del artículo es defender el uso del TP en comparación, o en contraste, con el coche particular, ya que este es el espejo en el que aquellos que usamos ávidamente el TP nos vemos reflejados siempre, y frente al que nos comparamos.

Lo que desde aquí nos podemos limitar a decir es que:

• El transporte público “te lleva” de A a B, sin mayor preocupación.

• Si se puede confiar en él, el transporte público flexibiliza los desplazamientos, de manera que (en mi caso) para ir a la universidad “te metes en el bus y te olvidas”.

• Se eliminan las preocupaciones del tipo “tener dónde aparcar”, el estado de la carretera, los atascos (aplicando carriles bus, e incluso bus-VAO, extensivamente), los problemas de tráfico en horas punta, etcétera. Este punto se manifiesta sobre todo en el caso del tren y del barco (para las líneas con Moaña y Cangas).

• En la línea con lo anterior, ayuda a la descongestión de las carreteras. «Traffic is the final boss, you can’t defeat traffic» - Elon Musk. Pero oh, sorpresa: you are traffic.

• Se fija población, sobre todo en el caso del tren y en poblaciones pequeñas. A este respecto existe una política muy interesante en Japón, que consiste en abrir (en algunos casos, reabrir) estaciones y apeaderos en aquellas localidades que pierden población de forma manifiesta, de manera que lo primero que hacen los japoneses cuando un municipio pierde población es ponerle un tren. En Galicia hay numerosísimos ejemplos de pueblos donde se podría aplicar esto, y me atrevo a decir que con cierto éxito. Incluso existe una historia curiosa, acaecida en el mismo país: para una niña de un pueblo de Hokkaidō (la isla más al norte de Japón), que tenía que ir y volver al/del instituto todos los días, se dispuso que un tren que pasaba por allí parase dos veces: a la hora de entrada, y a la hora de salida de las clases, de manera que la niña tenía asegurada su asistencia al instituto.

• En lugares como los hospitales, si se garantiza el servicio, es de gran ayuda para sus usuarios (viéndose beneficiada tanto la ciudadanía en general como, muy especialmente, la gente que trabaja allí). Constituye una gran ventaja vivir en Valeixe, por ejemplo, y poder llegar al Hospital Álvaro Cunqueiro de Vigo sin recurrir al coche.

• Lo mismo aplica para las universidades (pudiendo llegar a eliminarse la necesidad de mudarse a vivir a la ciudad de turno), y para algunos grandes centros de trabajo: la factoría de Stellantis de Vigo, el Polígono de As Gándaras al completo, la futura Plisan, el Puerto de Vigo o el famoso PTL, entre otros.

Finalmente os insto a vosotros, lectores, en particular, y al público general, a hacer un mayor uso del transporte público. Al menos para las empresas serias, ver que hay demanda se traduce en una mejora de la oferta. Lo dicho en este artículo no quita que haya muchas cosas que mejorar; al contrario, son sobradamente conocidas las posturas de esta página respecto a las huelgas, a autobuses que desaparecen (en algunos casos llegamos a hablar de bilocaciones de autobuses), respecto a la infame doctrina QLDPC, respecto a los recortes, las frecuencias dinámicas y un largo etcétera; de la misma forma, también elogiamos el trabajo bien hecho, tanto por Lugove, como por Ojea, Autos González o cualquier otro actor que proponga mejoras a estas nuestras, ya algo maltrechas, redes de transporte público de nuestra ciudad, de la provincia y del conjunto de Galicia.

Usen el transporte público, háganse notar. Porque sí, existimos.

Firmado una vez más, Espiral Áurea.

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