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Autobús 6822, comprado para sustituir al 6806, destruido durante la huelga
Autobús 6822, comprado para sustituir al 6806, destruido durante la huelga

Se acabó la fiesta, digo, la huelga

Daniel Antomil - 08/12/2024

El origen de todo

El origen de este conflicto es anterior a lo que muchos piensan, anterior a la pandemia del COVID-19.

A partir de noviembre de 2019, Vitrasa implementó unos horarios en algunas líneas (4, 5, 9, 11, 16, 24 y 27) que supusieron que pasarían a tener frecuencia de 30’ a 34’. Esta medida ya se intentó en verano de ese mismo año, con frecuencias de 33’ para el 5 y el 11, pero a última hora se retiró.

Estos horarios se vendieron como provisionales por Navidad, debido al caos de tráfico en el que se convierte la ciudad de Vigo en esas fechas. Eran unos horarios más holgados, con tiempos variables según el viaje, pero supusieron la retirada de los autobuses de regularización, una serie de vehículos que a media mañana o a media tarde, daban una vuelta en determinadas líneas para permitir al conductor un descanso largo.

Es decir, a pesar de que los tiempos de recorrido eran mejores, los descansos largos han desaparecido, los descansos iban a ser más cortos.

Y con esto vino el corte de la Puerta del Sol, que ocasionó que algunas líneas hicieran recorridos más largos con el mismo tiempo de recorrido. Y el sistema comenzó a reventar. Y lo que es peor, durante esa semana, el COVID-19 comenzó a hacer estragos. Y a los pocos días, todos confinados.

Durante el confinamiento, los autobuses circularon al 50%, pero con un 10% de viajeros diarios. En ese tiempo comenzaron los problemas de liquidez para la empresa, debido al escaso nivel de ingresos.

Y cuando comenzamos a salir de casa, en junio de 2020, el Concello decide no sacar a concurso el transporte urbano de Vigo, y ejecutar una de las prórrogas del contrato, de 5 años.

Y por si fuera poco, los trabajadores comenzaron a quejarse de que la empresa no tomaba las medidas adecuadas contra el COVID-19, sobre todo en lo referente a la protección de los empleados. Casi no había mascarillas, la limpieza de los vehículos con gel hidroalcohólico dejaba mucho que desear, no se implantaron mamparas hasta meses más tarde… y las que se tomaban eran bajo presión sindical. Y para rematar, tras la limitación de aforos en los autobuses, se tuvieron que establecer una serie de refuerzos en horas punta, y para ahorrarse la contratación de conductores, decidieron modificar la jornada de trabajo de algunos empleados, obligándoles a hacer jornada partida en lugar de jornada continuada. Tras una amenaza de huelga, dejaron de hacerlo.

Y para poner la guinda del pastel, la empresa amenazó con no pagar la extra de diciembre si el Concello no le adelantaba parte del dinero que el Estado destinaba a las empresas de transporte público por las pérdidas soportadas durante la pandemia. El Concello pagó, y la extra se pagó, aunque con retraso.

Y con estos mimbres se terminó la vigencia del convenio colectivo. A partir de 2021 había que negociar uno nuevo, y la cosa no pintaba nada bien.

Comienza el conflicto

En la época en la que Luis González dejaba el puesto de director a Carlos González Lozano, comenzaron los intentos de negociación para alcanzar un nuevo acuerdo. Y la empresa se negaba en todo momento a dar nada, por las pérdidas de la pandemia, y por el reequilibrio que tenía que darle el Concello. Y en agosto de 2021 se convocó la primera huelga, de cuatro días.

Como la empresa no quería negociar, en octubre comenzaron los paros parciales, que sería el aperitivo para una huelga indefinida que comenzaría el 13 de diciembre, terminando el 26 de diciembre.

Y por aquella época, muchos nos comenzamos a dar cuenta de que la empresa estaba sacando beneficio por la huelga, no solo no mostraban interés alguno por ponerle fin, es que al terminar, durante algunas semanas, muchas líneas circularon con horario reducido, e incluso la línea C2 desapareció para no volver. Esto se justifica porque los servicios mínimos eran capaces de absorber la mayor parte de la demanda de un día normal, lo que compensaba la pérdida de viajeros con el aumento de demanda de los autobuses que prestaban servicios mínimos. Los autobuses parados no gastaban, y los trabajadores que no trabajaban, no cobraban, por lo que se bajaban voluntariamente el sueldo.

La respuesta a la desconvocatoria de la huelga no se hizo esperar, en marzo de 2022, Vitrasa anunciaba la intención de descolgarse del convenio colectivo, bajando un 30% el sueldo durante 2022 y un 14% durante 2023, además de aumentar las horas de trabajo, lo que fue entendido como una declaración de guerra de la dirección contra su propia plantilla. La medida fue sometida a arbitraje, recibiendo una sonora bofetada en primera instancia, y una patada en la entrepierna en el recurso, y con un comportamiento por parte de la empresa más propio de un gángster rural que de una compañía multinacional a la que se le presupone un mínimo de seriedad.

Desde finales de 2022 y principios de 2023, los paros parciales fueron una constante, y el 30 de abril de 2023 se produjo un suceso que marcó un antes y un después, y es el incendio intencionado de dos autobuses, uno de los cuales, ardió por completo en pleno centro de la ciudad. De este incendio se acusó a la conductora del autobús y a su pareja, en un caso que está judicializado y del que se espera el juicio, con la previsible condena de los supuestos autores, dado que tienen pruebas para ello.

A los pocos días se declaró una huelga de 15 días, justo antes de las elecciones municipales, para reclamar que Abel Caballero, intervenga en el conflicto. Como respuesta, el alcalde comenzó una campaña de ataques contra los miembros del comité de empresa con acusaciones de todo tipo tendentes a hacer creer a la ciudadanía que no son trabajadores de Vitrasa, sino empleados de la CIG que toman como rehenes a los ciudadanos, en un ataque contra Vigo, porque el BNG no soporta que a Vigo le vaya bien y que las luces de navidad funcionen de maravilla.

El verano fue calentito, y cada día donde había evento, se convocaba una huelga. Uno de esos días coincidió con el Marisquiño, donde se anunció un servicio especial que no se pudo prestar debido a la presencia de un piquete informativo en la puerta de la empresa que impidió la salida de los autobuses que no estaban en servicios mínimos.

Mientras esto sucedía, la empresa se negaba a negociar, y en septiembre, los paros se volvieron indefinidos, como respuesta, la empresa sancionó con 60 días de suspensión de empleo y sueldo a los 12 miembros del piquete, entre los que se encontraban 9 de los 12 miembros del comité de empresa. La tensión iba en aumento y los paros parciales se convirtieron en una huelga indefinida.

Durante este periodo, Vitrasa y todo lo que le rodea se convirtió en escenario para múltiples escenas, cada una más vergonzante que la anterior, donde las acusaciones de todo tipo, las manifestaciones, gritos en los plenos, cristales rotos y ruedas pinchadas se convirtieron en el pan nuestro de cada día, y mientras tanto, la dirección de la empresa hacía palomitas en el microondas para ver como la empresa que supuestamente dirigen se mostraba ante todo el mundo como una versión corrupta y degenerada, hasta el punto de ser el principal problema de Vigo.

Pero el alcalde, para que no le estropeen el encendido de las luces, tocó la corneta y mandó al director a negociar por primera vez, después de dos meses de movilizaciones sin que nadie moviera un dedo. Por supuesto, en las reuniones se vieron escenas de un patetismo nunca visto hasta entonces, donde una oferta que iba a poner fin a la huelga fue retirada por la dirección para asombro de todo el mundo, donde, tras el rechazo a una oferta por parte de la plantilla, una reunión para negociar se convirtió en una sarta de reproches por realizar la votación a mano alzada, y donde, tras poner fin a la huelga tras 105 días, la dirección valoró más irse de fin de semana antes que firmar la desconvocatoria, por lo que al final fueron 108 días.

Pero la huelga no terminó, y tras unos meses, donde el servicio estuvo recortado hasta mayo (debido al número elevadísimo de bajas ocasionadas por enfermedades psicológicas asociadas al trabajo, de las cuales la empresa no es responsable, claro está) la empresa lanzó una campaña de publicidad para intentar sacar su imagen pública de las aguas fecales. Pero el conflicto seguía latente, y en noviembre, volvimos a tener paros parciales, debido a los escasos avances conseguidos durante estos siete meses de tregua.

Y finalmente, el 4 de diciembre se llegó a un preacuerdo, más por cansancio que por convicción, que fue refrendado al día siguiente por la plantilla, y el conflicto llegó a su fin… o eso esperamos

¿Qué se ha conseguido?

A nivel salarial, además del 2% del año 2021, ya pagado y no acumulable, se mantiene el 0% para 2022 y 2023, a cambio, se establece una subida del 3,1% para 2024, y de un 4% para 2025, 2026 y 2027, subida que será del IPC+1% si este indicador es superior a la subida.

Cabe destacar que las subidas del IPC fueron del 16,2% en el periodo de 2021 a 2023, y que la subida de 2024 se sitúa en un 2,4% (hasta octubre) y que las predicciones del Banco de España son de subidas del 2,3% y 2,1% para 2025 y 2026 respectivamente, además del 3,1% durante 2024.

Por lo que el acuerdo supone arrastrar una pérdida del 14,2% de poder adquisitivo durante 2024, que se reduciría al 12,5% durante 2025, 10,6% durante 2026 y seguramente sobre un 9% durante 2027, suponiendo que el IPC se mantenga estable durante este tiempo. Eso sí, como máximo la pérdida será del 11,2%.

Si bien es cierto que puede parecer que el acuerdo es lesivo para los intereses de los trabajadores, bien es cierto que casi en ningún sitio se ha podido recuperar el salario perdido por la inflación, con subidas testimoniales en muchos casos, por lo que comparativamente, no queda muy mal parado.

El acuerdo contempla también la eliminación de la prima de absentismo a cambio de una mayor subida en los siguientes años (prima que se paga si no se coge una baja, lo cual podría ser considerado una violación de los derechos fundamentales del trabajador, al premiar al que no se pone enfermo), el acceso a la jubilación parcial a partir de 2025 y algunas mejoras en cuadrantes de vacaciones o tiempos de jornada.

Con todo, el acuerdo no ha sido satisfactorio para todos, de hecho, la CIG no quiso firmar, argumentando la pérdida de poder adquisitivo que supondría al no subir los salarios de 2022 y 2023, además de haber peleado por alguna mejora más. Con todo, los otros tres sindicatos sí aceptaron, y la plantilla también, con 175 votos a favor y 80 en contra. Y es curioso que, después de las acusaciones de que la CIG es quien manda en el comité y se hace lo que dicen ellos, el acuerdo se haya refrendado sin su acuerdo. Y esto es así, porque como sabe cualquier persona que se haya informado, la CIG no tiene la mayoría absoluta, tiene 5 representantes de 13, y tiene que contar con el apoyo de otro sindicato para imponer su criterio.

De hecho, el acuerdo ha generado bastante división en la plantilla, con opiniones para todos los gustos. Con todo, creo que el acuerdo alcanzado estaba cerca del límite, y ya se veía en las últimas negociaciones que las partes ya estaban más cerca, y las mejoras que se podrían obtener iban a ser más escasas, y supondrían mantener los paros parciales, lo cual no sé hasta que punto compensaban. Por todo ello considero que se ha hecho lo correcto ante un dilema de estas características, y es que la plantilla decida, han decidido aceptar y así será.

La importancia del comité de empresa

Quiero recordar un detalle muy importante, y es la importancia que tiene la representación de los trabajadores, en este caso, del comité de empresa. El comité de empresa puede firmar cualquier convenio, sin consultar a la plantilla, e incluso el descuelgue salarial ofrecido en 2022. De hecho, al otorgar la representación de los trabajadores, aceptan que los representantes firmen en su nombre los acuerdos. Por eso es importante elegir a las personas adecuadas.

Es decir, si el comité de empresa fuera otro, perfectamente se le podría bajar el sueldo a todo el personal, sin posibilidad de réplica. Por otra parte, ser miembro del comité de empresa otorga algunos privilegios, como la elección entre readmisión e indemnización en el caso de despido improcedente, y prioridad de permanencia en el objetivo (aunque no da impunidad como algunos se piensan, y no hay blindaje contra despido procedente), las horas sindicales (que tampoco son para escaquearse, y su uso indebido puede ser motivo de sanción) y en muchas ocasiones, el estátus que da dentro de la empresa.

Y una prueba del funcionamiento del comité de empresa de Vitrasa, es que las decisiones complicadas, en las que el camino a seguir no está claro, se ha sometido a votación por la plantilla, para que la decisión tomada, sea o no la más acertada, esté respaldada, a pesar de que los miembros del comité pueden tomar estas decisiones de forma unilateral. Pero no hacerlo puede ser fuente de conflictos y problemas, además de que iniciar una huelga sin que la plantilla esté por la labor es un fracaso asegurado.

Por eso muchos se presentan para ser miembros del comité, para usar los privilegios y para aparentar, pero se olvidan que a veces requiere trabajar más, formarse más y sobre todo, saber informar a los trabajadores de sus derechos. Y en este caso, donde el comité de empresa ha sido atacado no solo por la empresa, también por el Concello, y con el esfuerzo en organizar manifestaciones, estar a primera hora de la mañana delante de la sede de la empresa, y aguantar toda clase de comentarios, donde incluso el alcalde les acusó de no trabajar en Vitrasa y hacerlo en la CIG, acusaciones e incluso amenazas (de tener que pelear por mantener su empleo, como dijo el concejal de tráfico), todo ello pasando varios meses sin cobrar, porque los miembros del comité de empresa no pueden hacer servicios mínimos. Con todo, varios de sus miembros, y especialmente, el presidente, Imanol Arnoso, se han convertido en personas públicas por la cantidad de entrevistas que han realizado en este tiempo.

Por otra parte, como dije en varias ocasiones, yo sé que los miembros del comité de empresa trabajan en Vitrasa, sé las líneas que hacen habitualmente y quienes no tienen línea fija, y de los primeros, sé los vehículos que suelen conducir. Y esto sucede porque viajo en todas las líneas y con el paso del tiempo se conoce a los conductores, aunque sea de vista, y seguro que cualquier viajero habitual de una línea conoce a los conductores de la misma, y tiene su opinión sobre todos ellos.

¿Y qué más se ha conseguido?

Pero no solo se han conseguido mejoras en el convenio, las movilizaciones han conseguido un buen puñado de intangibles, como son:

- Dejar a la dirección actual de Vitrasa por los suelos: Durante todo este tiempo, la dirección de Vitrasa ha demostrado un escaso interés por resolver el conflicto. Las negociaciones eran con cuentagotas, y más interesadas en mantener la huelga que en resolverla. Descubrieron que les convenía tener la mitad de la flota parada y prestar un servicio muy deficiente, a trabajar como es debido. Y demostraron lo poco que les importa el servicio, y especialmente, lo poco que les importan sus trabajadores y sus clientes. Ellos, y especialmente su director, quien es responsable del buen funcionamiento de la empresa y de las actuaciones de las personas que están a su cargo, dado que obedecen sus órdenes y pueden ser cesados en cualquier momento. De hecho, casi nadie respeta a la dirección actual, y algunos solo fingen porque son cargos intermedios o trabajan en las oficinas, algunos para ascender a estos cargos o al menos para no ser represaliados. Y las consecuencias se verán más pronto que tarde.

- Dejar al alcalde como un mentiroso: El alcalde, por alguna razón que algún día sabremos, ha tolerado el comportamiento impresentable de la empresa con el servicio público, teniendo en su mano la posibilidad de imponer sanciones, intervenir o incluso rescatar la concesión si la empresa seguía en su actitud de no negociar. Es más, se ha dedicado a vertir acusaciones falsas, sin fundamento, y de acusar al BNG de estar detrás del conflicto, además de actuaciones indignas de un representante público, con faltas de respeto, mentiras, provocaciones y actuaciones impresentables, como mandar a media docena de antidisturbios armados hasta los dientes para una manifestación de unos 50 trabajadores que no hacían otra cosa más que ruido.

- Demostrar la importancia de los medios de comunicación: Pocas personas conocen el mundillo del transporte público, pero hay aficionados que sí saben del tema. Y como el transporte público funcionando es síntoma de normalidad, los conocimientos sobre su funcionamiento no tienen mayor interés que la mera curiosidad. Por eso, se puede soltar cualquier mentira que en la mayoría de las personas, cuela. Pero cuando las cosas se complican, y sobre todo, cuando se intenta esconder la verdad, es necesario alguien que la cuente. Durante este tiempo, Vigo360 ha publicado la verdad que nadie se atrevía a contar, y en muchas ocasiones, a indagar, porque llegar hasta ella requiere un esfuerzo que pocas veces se puede conseguir. No ha sido fácil, pero reconozco que personalmente, me siento satisfecho con la labor realizada durante este conflicto, donde la verdad se nos ha intentado ocultar, donde Vitrasa y el Concello nos han mentido descaradamente, y donde la información había que buscarla. Hoy nadie se atreve a negar que hubo recortes en el servicio, y durante este tiempo, nadie ha cuestionado ninguna información publicada aquí, ni la empresa ni el Concello han desmentido nada, ni siquiera para señalarme algún fallo que haya podido cometer, que seguro que los hay porque aquí nadie es perfecto. Y por supuesto, Vigo360 seguirá en esa línea, de contar la verdad, siempre en favor del interés común en tener un mejor servicio de transporte público.

Y además, gracias a la huelga, he tenido que dejar de colaborar en Moovit, donde se hacía una labor interesante de información sobre el transporte público, no solo urbano, y de hecho, la app funciona bastante peor que antes y ya no tiene tiempo real en Vitrasa, por lo que pueden estar orgullosos del enorme trabajo realizado para desinformar a la gente. Y es una pena que una persona que podría dedicar su tiempo en ayudar a los demás con lo que más le gusta y conoce, lo tenga que dedicar en contar la verdad que nos tratan de esconder, gracias a unos responsables públicos y privados que no merecen ocupar el puesto que ocupan.

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